Inteligencia Emocional en St. James
Hoy en día hablar de Inteligencia Emocional (IE) ya no resulta extraño. Poco a poco este concepto empieza a formar parte de nuestras vidas de una forma muy natural. Es curioso, porque puede parecer que la IE es algo ajeno al ser humano, algo que se ha descubierto y que paulatinamente se está extendiendo y difundiendo tal cual muchas otras cosas que forman ya parte de nuestras vidas. Sin embargo, esto no es así.
Del mismo modo que todos contamos con un cociente intelectual, todos disponemos así mismo de un cociente emocional. Siempre ha estado ahí, si bien Daniel Goleman, psicólogo estadounidense, ha sido el gran responsable de difundir ampliamente este concepto y de hacerlo visible y cercano a nuestros ojos.
Pero ¿qué es la inteligencia emocional? Según Goleman es la capacidad del individuo para identificar el propio estado emocional, gestionarlo de forma adecuada y equilibrada, comprender las emociones de los demás y, utilizar toda esta información para guiar nuestra forma de pensar y nuestro comportamiento.
Un persona emocionalmente inteligente regula y canaliza sus emociones de modo apropiado a cada situación y sus reglas, a la vez que atiende a las emociones de los demás. Ello significa que presta atención a sus emociones y actúa sobre ellas, se ocupa de reparar y tener en cuenta los sentimientos de los demás, se mantiene perseverante en esa labor y se focaliza de manera positiva en el logro de metas.
Tener un alto cociente de inteligencia emocional supone pues, una garantía de éxito tanto en el bienestar personal como en el logro de relaciones interpersonales positivas. De este modo, parece más que necesario que conozcamos, comprendamos, activemos y desarrollemos este sensor emocional con el que todos contamos.
La gran noticia de todo esto es que educarnos en la gestión emocional no sólo es posible sino que además supone una ventaja de alto valor el hacerlo. Los beneficios son numerosos: Nos capacita para tolerar las presiones y frustraciones de la vida, nos permite desarrollar una mirada empática hacia los demás, nos ayuda a participar de la creación de una sociedad más humana y con menos conflictividad.
En este sentido, si desarrollamos nuestra IE cualquier escenario de nuestra vida saldrá fortalecido; es por eso que, a nuestro modo de ver, los centros educativos juegan un papel crucial en proporcionar, al menos en parte, los recursos que contribuirán a la generación de una base sana de inteligencia emocional.
Crecer en IE dentro de la comunidad educativa, supone habilitar espacios apropiados para trabajar e incorporar el componente emocional en las aulas; implica a su vez incorporar técnicas pedagógicas y modos de hacer capaces de poner en activo las emociones y utilizarlas como palanca para un adecuado desarrollo afectivo y social.
St. James, como centro de enseñanza, es sensible a esta faceta humana que es la IE y a su enorme potencial; es por ello que desde hace tiempo viene paulatinamente ocupándose de crecer desde dentro como organización emocionalmente inteligente, a fin de estar en disposición de proporcionar a sus alumnos y alumnas, un espacio donde, el aprendizaje de una lengua se realice movilizando todos los recursos aptitudinales y emocionales al alcance de las personas.
Sin duda, el resultado merecerá la pena pues participaremos, aunque sea humildemente, de la construcción de una sociedad a nuestro alrededor fuerte, sana y creativa.
Pilar González