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No queremos estudiantes obedientes

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No queremos estudiantes obedientes

Qué oportunidades pierde un niño o un adolescente que es obediente

Si el genio de la lámpara apareciera en una reunión de profesores, es probable que el deseo de muchos fuera algo así: que los estudiantes sean obedientes. Si ese deseo se cumpliera parece que todo iría mucho mejor: los niños aprenderían más, los profesores disfrutarían de sus clases y el sistema sería más eficaz. O no. A corto plazo, podría ser cierto. Sin embargo, ¿qué oportunidades pierde un niño o un adolescente que es obediente? Una muy importante: la oportunidad de hacerse responsable de sus actos.


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Qué gana un niño que actua desde la responsabilidad

Si reflexionamos un poco podemos ver que el verbo obedecer significa acatar las órdenes de otro,  y, ¿es eso lo que queremos que hagan nuestros estudiantes?, ¿nuestros hijos? En las clases de inglés de St. James más que estudiantes obedientes, queremos estudiantes responsables. Queremos que los niños y los adolescentes tomen decisiones desde la libertad y la responsabilidad y no tanto desde la orden del profesor. Una persona obediente corre el riesgo de convertirse en un brazo ejecutor, en un robot que sigue unas indicaciones. Los niños que son educados desde la obediencia pueden convertirse en presa fácil ante las órdenes del líder de la clase, de los cabecillas de la pandilla de amigos, del compañero abusón o de cualquier otra persona que quiera imponer su deseo sobre él. Sin embargo, un niño que actúa desde la responsabilidad aprende a tomar decisiones desde la reflexión y la valoración de las pérdidas y ganancias que sus decisiones conllevan.



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Cómo ayudamos en St. James a los alumnos para que reflexionen sobre sus acciones

En St. James, cada vez más, cuando un joven no ha hecho sus deberes, no nos conformamos con que digan simplemente que no los han hecho, les hacemos ver que, en la mayoría de las ocasiones, han elegido no hacerlos, que es muy diferente. Nuestra experiencia dice que la realidad es que casi siempre ha sido una elección propia, salvo en muy contadas ocasiones cuando puede estar justificado. De hecho, nuestros estudiantes ahora dicen “decidí no hacer los deberes”. A partir de ahí, les preguntamos qué han ganado y qué han perdido con esa decisión. Sus reflexiones suelen ser: “He ganado 20 minutos. He perdido la confianza de mi profesor y de mis padres así como una oportunidad de aprender”. ¿Te compensa?, sería la siguiente reflexión.



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Cuáles son las consecuencias de esta reflexión

El hecho de que el estudiante sea consciente de que no hacer los deberes ha sido su elección le lleva a asumir unas consecuencias. Estas consecuencias no son un castigo, van más allá del momento presente, las consecuencias le alejan de su objetivo. Porque en St. James también hablamos de objetivos y cuando los estudiantes se marcan como objetivo, de alguna manera, el éxito académico, es muy fácil evaluar hasta qué punto sus decisiones y, como consecuencia, su comportamiento, les acercan o les alejan de su meta. Estas reflexiones nos parecen esenciales en el aula ya que ayudamos a que los más jóvenes y los adolescentes se hagan responsables de su comportamiento y asuman la responsabilidad que les compete. Así que no queremos estudiantes obedientes, no, queremos estudiantes responsables cuyo comportamiento nazca de la reflexión, de la automotivación y de la responsabilidad.