¿Por qué St. James? Mi experiencia al otro lado del mostrador
“Mamá, ¿hoy hay cole de Amy?” Esta pregunta me la hacen cada día mis hijos de 3 años cuando están desayunando. Si es lunes o miércoles mi respuesta es sí y entonces la felicidad es infinita, el desayuno se llena de confeti y fuegos artificiales, pero si es cualquier otro día y la respuesta es no, llega la siguiente pregunta ¿Y por qué no hay cole de Amy (St James) hoy? Lo intento explicar como mejor puedo, pero claro, a esta edad, es complicado entender que no vas a conseguir lo que quieres (al menos de momento) y aunque lo aceptan no con mucho agrado, el desayuno ya pierde el toque festivo y todo se hace con más esfuerzo y tiempo.
Y con las cosas así después de más de un mes de clase, mi pregunta es ¿Por qué no ocurre lo mismo con el cole “de verdad”? Un lugar donde pasan 5 horas al día con sus amigos, jugando y aprendiendo. Con un patio grande donde pueden correr, saltar y gritar (actividades éstas tan queridas por niños de esta edad) todo ello en un idioma que entienden al 100% ¿Qué diferencia hay para que no les haga ningún tipo de ilusión acudir a clase?
ATENCIÓN, ADAPTACIÓN y sobre todo MUCHO CARIÑO.
Después de pensarlo mucho he llegado a la conclusión de que éstas son las claves del éxito del “cole de Amy”. Amy es muy atenta con los niños y ha adaptado totalmente la clase a los estudiantes una vez que los ha conocido. La mayoría de ellos son menores de 3 años, con lo que eso conlleva a nivel de psicomotricidad y periodos de atención, y sin embargo realizan casi en cada clase una manualidad adaptada a su edad con la que salen super orgullosos de clase mostrando lo que han sido capaces de hacer.
En el cole “normal” a día de hoy (más de 1 mes de clase) no han traído ningún “objeto” realizado por ellos mismos y cualquiera que conozca un poquito de niños de pre-escolar (y entiendo que en el colegio han de saber ya que son los profesionales de esto) tiene que saber que los niños de 3 años lo que quieren es tocar, construir y crear con sus propias manos para descubrir formas, texturas… para sentirse cada vez más autónomos y en definitiva verse a sí mismos “capaces”. Y si a todo esto le sumas grandes dosis de cariño y cercanía, y esto Amy lo hace de forma excepcional, tenemos el cóctel perfecto para que el aprendizaje sea 100% significativo.
Asimilación y uso del vocabulario
Mis hijos utilizan con total normalidad vocabulario que han aprendido con Amy, sin preguntarles ni forzarlos. Dicen los colores cuando surgen en la conversación, me explican si hoy está sunny, cloudy o rainy y me piden un pencil, please. Es raro el día que no me sorprenden diciendo una palabra nueva en inglés (repito de forma natural) y en ese momento me doy cuenta de lo que son capaces de aprender y a la velocidad que lo incorporan en su vocabulario a pesar de ser tan pequeños. Y esto ocurre porque están recibiendo el método perfecto: atención, adaptación y muuuuucho cariño.
Estoy convencida de que a lo largo de los casi 3 años de mis hijos, ésta está siendo la mejor experiencia que están viviendo porque adoran a la profesora (hablan de Amy en casa a diario: si tenía una cinta en el pelo, si tenía un pantalón, si han hecho con ella una snake muy bonita, si les ha dado one or two stickers….), porque no se van ni un día de la escuela sin darle un beso y un abrazo a Amy y porque estoy segura, sin temor a equivocarme, que podrían estar de lunes a viernes en esta clase durante horas. Entran en clase expectantes por lo que van a hacer hoy con Amy (craft, rutinas, canciones….) y salen contentos, alegres y motivados con su manualidad y sus stickers por buen comportamiento y esto para mí, como madre, es la felicidad infinita.
Experiencia positiva, enriquecedora y lingüística
Tenía la necesidad de contaros esto con detenimiento y dejarlo por escrito porque, aunque os he comentado algo, ha sido deprisa y corriendo (siempre estamos muy ocupados con otras cosas). Quería y necesitaba daros las gracias por hacer posible que mis hijos estén viviendo esta experiencia tan positiva, enriquecedora y por supuesto, lingüística (aunque creo que va mucho más allá de lo lingüístico), que les hace levantarse cada día con la ilusión de ir al “Cole de Amy”.
Y, está claro, que tengo que señalar el gran trabajo que Amy hace, porque es ella la que está haciendo posible que esto ocurra. Es muy difícil mantener entretenidos a niños tan pequeños durante 75 minutos (hoy más que nunca por toda la tecnología que nos rodea) y los mellizos no quieren que la clase acabe.
En resumen, y para terminar que me estoy alargando mucho, mi experiencia como madre en St James no puede estar siendo mejor, ha superado todas mis expectativas:
GRACIAS